November 13, 2007

[ Tragedia sanitaria en ciernes ]

El desastre del buque de bandera libanesa D. M. Spiridion y sus 1.750 reses muertas, ha pasado casi desapercibido en el marasmo de los cambios constitucionales, el pronunciamiento del general Baduel y el llamado a callar de su majestad del Rey de España.
Sin embargo, la impericia y negligencia que imperaron en el manejo de este caso ha originado una catástrofe ecológica.
Para comenzar, el estado de deterioro del D. M. Spiridion era harto conocido, de allí que no se entiende cómo una empresa, basándose supuestamente en un falso concepto de economía haya fletado este buque de alto riesgo para transportar desde Brasil 1.750 reses. Este supuesto error de cálculo ha terminado en una pérdida millonaria para la importadora y en una contaminación ambiental de proporciones aún desconocidas.
El lunes 5 de noviembre, cuando el D. M. Spiridion esperaba en Puerto Cabello la orden de desembarco, por alguna razón aún no determinada, el movimiento de las reses rompió las divisiones que las separaban y el ganado se fue todo hacia un lado. Ese peso inesperado hizo que el buque encallara y comenzara a hundirse frente a los muelles del puerto, dejando un saldo de más de mil reses ahogadas y otras cientos heridas.
El caso se complica debido a que la Capitanía de Puerto, supuestamente por falta de equipos y de personal técnico suficientemente capacitado para enfrentar el accidente, habría retardado inconvenientemente la toma de decisiones para desembarcar la carga, incinerar los cadáveres y tratar de salvar las reses que aún sobrevivían.
Nada de esto se hizo, toda la carga permaneció a bordo por tres días, incluyendo las reses muertas, con lo cual la crisis se acrecentó al descomponerse los cadáveres de los bovinos. La situación fue tan grave que obligó a la suspensión de las actividades portuarias y a la declaración de un alerta sanitario.
Para completar la tragedia, la solución tomada para deshacerse de las reses muertas y evitar una eventual epidemia fue peor que el problema. El jueves pasado, la Capitanía de Puertos remolcó y hundió el buque (con toda su carga) a apenas 4Km. de Punta Brava en la Bahía de Puerto Cabello. Al parecer no se tomaron mayores previsiones para evitar que los restos de las reses salieran a flote. Expertos afirman que la solución más lógica hubiera sido sellar el buque y hundirlo en alta mar en una trinchera profunda.
En consecuencia de tal desacierto, desde este fin de semana han comenzado a llegar los restos de las reses en estado de putrefacción a las playas de Falcón, y se espera que sigan arribando restos de las reses hundidas, al eje costero nororiental, a las Penínsulas de Paraguaná y de la Guajira (Zulia). Se ha decretado un estado de alerta sanitario, pero ya podría ser demasiando tarde.
¿Quién rendirá cuentas por la suma de tantos desaciertos e incompetencias que han colocado a estas importantes zonas del país en tan grave situación sanitaria? Aquí sí se calla la boca el Gobierno.

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